El derecho al aborto en Estados Unidos ha pasado a ser historia y la decisión del Tribunal Supremo tumba, junto con su sentencia, la libertad de 36 millones de mujeres estadounidenses en edad reproductiva. Además, se plantean reconsiderar otros precedentes, como el derecho a la contracepción que protege las relaciones entre personas del mismo sexo y el matrimonio homosexual.
He leído en Twitter esta tarde que “en Estados Unidos las armas tienen más derechos que las mujeres” y, aunque me ha sonado demoledor, a la vista está que es la vergonzosa verdad de un primer mundo que prohíbe el aborto mientras permite que niños jueguen con armas que matan. Me gustaría pensar que al conocer esta noticia habéis sentido un escalofrío similar al mío y que, quienes defendemos la Igualdad, hoy compartimos el mismo luto. Pero sé que la realidad es que, aquí mismo, en esta Región de Murcia que retrocede a zancadas cada vez más enormes, hay mucha otra gente que aplaude esta decisión y que se está frotando las manos mientras imagina que aquí muy pronto pasará lo mismo. Y, aunque me joda reconocerlo, siento miedo.
Gracias al legado de Trump, Estados Unidos vuelve a 1973, cuando cada uno de sus estados era todavía libre de prohibir o de autorizar las interrupciones de embarazo según sus propios criterios y no de manera unificada. Por lo tanto, debido a las importantes fracturas geográficas y políticas sobre este tema, en una mitad del país, sobre todo la del sur y la del centro que son las zonas más conservadoras y religiosas, volverán a prohibir rápidamente este derecho.
Esta decisión significa un retroceso bestial en cuanto a la privación de nuestra libertad para decidir. Nuestros derechos pisoteados y, una vez más, decididos mayoritariamente por el voto de hombres que jamás van a sufrir una contracción. Se vuelve a que las mujeres ricas y blancas podrán tener acceso al aborto sin problema, mientras que las pobres y negras serán las grandes víctimas y las que se verán obligadas a viajar a otros estados donde les realicen estas intervenciones; mujeres que normalmente carecerán de los recursos económicos para poder hacerlo. Recordáis cuando en España, tras la dictadura, solo abortaban las que podían viajar a Londres y pagar las 40.000 pesetas que costaba la intervención. Pues algo parecido.
Me vienen a la cabeza imágenes de aquellas primeras feministas que salieron a las calles a gritar “Nosotras decidimos. Nosotras parimos”. Recuerdo a “Las Janes”, esas mujeres que fueron encarceladas por practicar abortos seguros en los Estados Unidos de los 60 y 70, cuando las mujeres estaban desprovistas de derechos, del poder de decisión sobre su cuerpo y destinos. Cuando si no estabas casada no podías utilizar la píldora, ni acceder a métodos anticonceptivos; si estabas embarazada no podías trabajar y de la tutela de los padres se pasaba a la de los maridos, como también sucedía en nuestro país. Y si querías abortar por la razón que fuese, tenías dos opciones: ir a la cárcel o morir. Y vuelvo a sentir un escalofrío porque después de este fallo del Tribunal Supremo, deberán renacer otras Janes.
En 1985 se despenalizó el aborto en España con el voto en contra de la derecha. En 2010 se aprobó una ley de plazos sin supuestos para la interrupción voluntaria del embarazo, también con el voto en contra de la misma derecha. Y este año se ha impulsado la modificación del Código Civil para que el acoso a las mujeres que acuden a clínicas para abortar sea un delito. Afortunadamente, tenemos un Gobierno progresista que nos defiende, pero, mientras tanto, en la Región de Murcia, por la misma cuestión ideológica que en Estados Unidos, a las mujeres se nos sigue expulsando de los hospitales públicos para una interrupción de embarazo, incluso cuando se realiza por causas médicas. Aquí se salta por encima de la ley y de nuestros derechos sin que ni siquiera la consejera de mujer mueva un dedo para defendernos. El fascismo avanza en mi Región y nos rodea especialmente a nosotras. Por ello, hoy, más que nunca, salgamos a las calles para defender nuestros derechos. Los de todas. Las que aquí siguen estando estigmatizadas para acceder a un servicio público o los de cualquier otra mujer que no pueda ejercer su libertad, en Estados Unidos, Afganistán, Ucrania o cualquier otro lugar del mundo.
Ilegalizar los abortos no va a terminar con ellos, solo los hará más peligrosos y seremos de nuevo las mujeres las que paguemos o hasta perdamos la vida por ello. Entiendan de una vez que mientras no dejen nuestros cuerpos, nuestras vidas y nuestras decisiones en paz, nosotras seguiremos gritando. Como lo hicimos siempre.
Nos vemos en las calles. #Niunpasoatrás
Lara Hernández Abellán
Diputada Regional y Secretaria General del PSOE de Alcantarilla