El cinismo y la soberbia llevan tiempo estando de moda en el Gobierno de la Región de Murcia. Sobreviven, temporada tras temporada, reafirmando así el pacto de la vergüenza firmado en la primavera del 21.

La pasada semana, durante un acto de entrega de premios de la semana LGTBI en la Ciudad de Murcia, la consejera y vicepresidenta de la Región fue abucheada por el público. Abucheada, pero bien. Y si mal podría pensarse que está lo del abucheo a quien da un discurso, mucho peor está el hecho de subirse a un escenario para recoger un premio que te otorgas a ti misma y pretender dar un discurso político enfrente de personas que de sobra sabes que no están contentas con tu gestión. Encender la mecha llamaría yo a eso.

De ahí a la decepción porque se esperaban aplausos y se recibió justo lo contrario. Olvidó que el pueblo es libre y que en esta tierra todavía queda gente que no se vende ni se deja silenciar. Aun así, la soberbia de la que hablaba al principio no desapareció tras esos abucheos y en lugar de asumir uno solo de los errores cometidos, exigió tolerancia, sin haber dado hasta el momento la más mínima muestra de ella, publicando un texto de carácter acusativo y en el tono más victimista, olvidándose por completo de que ella misma favoreció y consintió el avance del fascismo en nuestra Región.

Hagamos memoria:

Tras las Elecciones Regionales que ganó el PSOE en 2019 y después de haber hecho declaraciones comprometiéndose a acabar con el Gobierno del Partido Popular en la Región, Isabel Franco negoció su sillón con nuestros derechos, aceptando, incluso, las condiciones de un “veto parental” que atentaba directamente contra la defensa de la igualdad y los derechos de las mujeres y las personas LGTBI.

Después vino una moción de censura que firmó y desfirmó en menos de veinticuatro horas por mero interés propio. Llegó a aceptar que la Consejería de Educación estuviese encabezada por una consejera de ideología ultra conservadora, defensora de un único modelo de familia, que ha pretendido borrar la diversidad y a las mujeres, tanto de los libros de texto como de las aulas. Y ella, la mujer que se presuponía que debía defendernos, no dijo ni pio.

La hemos visto votar en contra de la retirada de la publicidad sexista de las calles y también de cualquier moción presentada para defender nuestros derechos. Ha levantado su mano en contra de que las mujeres murcianas sean atendidas con dignidad en los hospitales públicos durante el proceso de una interrupción de embarazo, permitiendo así que se siga incumpliendo por cuestión ideológica la ley vigente y tampoco ha querido recibir a ninguna de las afectadas que se han enfrentado a este proceso por causas médicas. Ni mirarlas a los ojos ni pedirles perdón.

Desde su Consejería no se han realizado campañas contra la LGTBIfobia o el bullying LGTBI en las aulas. Inauguró el Observatorio LGTBI el único día en el que los colectivos le advirtieron que no podrían estar presentes. No ha desarrollado la Ley Regional LGTBI y la hemos visto ausentarte de todos los plenos en los que se debatían mociones que afectaban directamente a los derechos de las mujeres, pero, inexplicablemente, sigue definiéndose como feminista de la misma forma que es capaz de premiarse a sí misma o exigir tolerancia a quienes continúa pisoteando.

La lista es interminable y las contestaciones que desde la noche de los abucheos le han dado por redes sociales, demoledoras. Quien ha saltado por encima de todos aquellos principios que abanderaba cuando la conocí, aplaude discursos homófobos y machistas sin ruborizarse y vota a favor enmiendas de la derecha para impedir que las terapias de conversión se realicen en nuestra Región, al mismo tiempo que continua sin entender por qué los colectivos LGTBI la abuchearon en una plaza repleta de arcoíris.

Los derechos de las mujeres y de las personas LGTBI no se venden ni negocian. Quienes lo hacen no deberían esperar aplausos ni exigir reconocimientos o premios que no merecen. Mucho menos postularse como víctimas. Si eres la consejera LGTBI de tu Región, pero los colectivos que engloban esas siglas te reciben con abucheos, deberías agachar la cabeza y captar al momento que muy bien no lo estás haciendo. Luego ya está que quieras seguir haciéndote la sorda o que elijas mostrar un poquito de decencia política, asumas tu responsabilidad y dejes el cargo que ostentas en manos de alguien que realmente represente y defienda esas siglas como se merecen.

Hasta el momento ha optado por la primera opción. La moda manda.

Lara Hernández Abellán

Diputada Regional y Secretaria General del PSOE de Alcantarilla.