2021. UN CHISTE MALO

A punto de terminar el año, hay quien suele echar la vista atrás para hacer balance y yo soy una de las que lo hace siempre. Es tan fácil como ir poniendo a un lado del peso lo positivo y al otro lo que te resulta menos agradable de recordar; lo que te parece injusto, doloroso o feo. Y, visto desde mi perspectiva, el 2021 en nuestra región se inclina, claramente, del lado negativo. Hay que reconocerle que empezar estando ya marcado por la COVID-19 no se lo ponía fácil y que, después de lo que llevábamos pasado, nadie daba un duro por él, pero los escándalos políticos que hemos vivido durante estos meses en la Región de Murcia, unidos al secuestro de la Asamblea Regional, las imágenes de miles de peces muriendo en nuestras playas, a este final de desconcierto por la sexta ola de la pandemia y el caos que el cambio del servicio interurbano de autobuses ha generado en nuestro pueblo, le han ayudado muy poco.

La vacunación masiva antes de tiempo de toda la Consejería de Salud, de altos cargos políticos y hasta de la cúpula de la Iglesia de la Región haciéndose pasar por capellanes; la corrupción política y la compra de voluntades a la vista de cualquiera; asesinatos machistas y violencia vicaria que han sido negados o motivo de burla desde dentro del mismo Gobierno Regional; ataques homófobos, expulsión de la sanidad pública murciana de mujeres, listas de espera interminables para operarse, que solo se saltan para los familiares directos de altos cargos políticos y la agonía de una muerte anunciada que nos rompió el corazón a cachitos el pasado mes de agosto, la del Mar Menor. El que era nuestro mayor sello de identidad y ahora es nuestra mayor vergüenza.

Vacunas que esperábamos con ansiedad para inmunizarnos y que, aunque llegaron a tiempo, además de traernos tranquilidad, destaparon a la más incompresible corrupción política vista en nuestra Región hasta el momento. Una vergonzosa lista de vacunación masiva ilegal que provocó la dimisión del entonces consejero de Salud y la cúpula del SMS. Y, después de aquello, una necesaria moción de censura presentada el 10 de marzo y que desembocó en todo lo demás, en unos hechos que, más que doler, me avergüenza recordar. Quien había firmado, se olvidó de su firma vendiéndola al mejor postor y pasó así a formar parte de un Gobierno Regional corrupto que hará historia por incluir a siete nombres que no representan a ningún partido político, salvo a ellos mismos y sus propios intereses. Tránsfugas y expulsados. La más rotunda ultraderecha, defensores de vetos parentales y un único modelo de familia, junto a negacionistas y antifeministas que forman ahora parte del Gobierno de mi Región. La mitad de las Consejerías en manos de diputados sin partido. La de Educación y Cultura para una de las expulsadas de VOX y como consejera de Igualdad y Mujer, quien ha pasado de definirse como feminista a sentirse muy cómoda gobernando junto a quienes niegan la violencia de género y pisotean los derechos de las mujeres sin inmutarse. Como para que se pare el mundo y poder bajarse.

Por marzo escuché a Isabel Díaz Ayuso, la de la “libertad”, sentirse orgullosa de que la llamaran fascista porque eso era señal de que lo estaba haciendo bien. Después de aquello, de la compra de votos y la corrupción política de días anteriores en mi propia tierra, del 2021 ya me podía esperar cualquier cosa.  También es cierto que a finales de ese mismo mes y, después de 26 años, la ciudad de Murcia volvió a tener un alcalde socialista y esto me devolvió un poco la esperanza, no solo para este año que tan mal pintaba, sino para la vida y el futuro de muchísimas familias murcianas.

En abril denunciamos cómo el Gobierno Regional y el SMS estaba expulsando indiscriminadamente a mujeres de nuestros hospitales públicos por cuestión ideológica, incluso cuando las interrupciones de embarazo eran diagnosticadas por causas médicas graves y peligro de vida para la madre. Se las mandaba a clínicas privadas con las que no existía ningún tipo de contrato firmado, situadas hasta a 400 km de sus hogares y sin ningún apoyo o seguimiento. Tragedias silenciadas durante años por las que ningún miembro del Gobierno Regional parecía darse por aludido o se ha atrevido a pedirles perdón. Ha sido mucho lo gritado desde entonces para que se cumpliese lo establecido por la ley y para asegurar un trato digno a las mujeres, pero esas disculpas siguen sin escucharse y poco ha cambiado la situación en estos meses. Por supuesto, seguiremos gritando.

El verano de 2021 ha sido el más dramático de nuestra historia. El Mar Menor como protagonista y con él la crónica de su muerte anunciada. Imágenes de miles de peces muertos. Banderas y lazos negros en señal de duelo; lágrimas y manifestaciones multitudinarias para clamar justicia; himnos y lemas que han sobrepasado nuestras fronteras y nos daban esperanza; 640.000 firmas recogidas y entregadas en Madrid para exigir que disponga de personalidad jurídica; y esos mismos que negaban cualquier problema hasta hace nada o que nos acusaban a quienes lo denunciábamos de no querer lo suficiente a nuestra tierra, al final también se sumaron y hasta se pusieron en sus perfiles #SOSMarMenor sin sonrojarse. Cuando ya no les quedó otra y cuando el Mar Menor ya había sido asesinado.

Durante este 2021 que acaba a las mujeres nos han llamado brujas, histéricas y locas. Nos han seguido matando, violando y maltratando. No han acusado de mentir. Cuestionado nuestra palabra, nuestra manera de vestir y hasta de sentir. Pero las cifras no mienten, 45 mujeres asesinadas en nuestro país por la violencia de género durante este año y la Región de Murcia a la cabeza de las denuncias por maltrato de todo el país. Y, mientras, el Gobierno Regional presenta un presupuesto para la Dirección General de Mujer para el próximo año que es inferior al anterior, rechaza en la Asamblea Regional mejorar las condiciones laborales de las mujeres víctimas de esta lacra y vota en contra del uso del lenguaje inclusivo y la visibilización de las mujeres en los libros de texto. Sello claro de con quien se pacta y junto a quien se gobierna.

Decimos adiós a un año que recordaré también por cosas buenas, pero que como ya he explicado no ganan en peso para poder inclinar la balanza. Me gustaría poder hacer recuento de otros 12 meses muy distintos a los que he vivido y no tener que escribir sobre transfuguismo, corrupción política, violencia machista o la agonía de mi querido Mar Menor, pero la realidad solo es una y la historia de la Región de Murcia durante este 2021 será recordada siempre y no precisamente por lo bueno. Diría Chaplin que, “a fin de cuentas todo es un chiste”, pero en este caso no lo es por muy malo que parezca.

Ojalá que en 2022 pese mucho más el lado bueno. Brindo por ello y porque el Mar Menor vuelva a parecerse al que fue, por un transporte público digno y más necesario que nunca para mi pueblo, porque recuperemos los abrazos y besos perdidos y, como también desea la Coordinadora de Barrios de Alcantarilla, la justicia deje de ser, en esta atípica Región nuestra, una utopía.

¡Feliz año nuevo!

Lara Hernández Abellán

Secretaria General del PSOE de Alcantarilla y Diputada Regional del PSRM